Artículo publicado en el programa de fiestas «Pascuamayo 2014»
Ha de antiguo, esta villa, costumbres que aun se guardan y que poco a poco, se va descubriendo, su porqué.
Entre ellas, las que están relacionadas con el culto a la Virgen del Collado, son para nosotros las más cercanas y tal vez, también, las más desconocidas.
No dudo, que posiblemente algún estudioso, haya tratado, antes, sobre las que me refiero, hoy. Pero asumiendo que así fuera, quiero traerlas a estas páginas, por importantes, pues, o rompen con erradas interpretaciones o dan luz, a diferentes rituales, que, están ahí, aun, sin que sepamos, ni como, ni cuando, se iniciaron.
Así, después de consultar diversos documentos, que se guardan, en nuestro Archivo Histórico Municipal, he decidido mostraros tres acuerdos del cabildo de la Cofradía de Nuestra Señora del Collado, de la Estrella (anexionada en 1502) y del Rosario (anexionada en 1615).
En primer lugar, entrando en faena, aclarar que las guardias que los hermanos hacemos a la Virgen del Collado, cuando Nuestra Señora, baja, a su ermita del Ejido, no nacen como consecuencia del robo de siete eslabones de una cadena, que por cierto, posteriormente se recuperaron, al ser entregados, por el ladrón arrepentido, al prior de la Parroquia de San Nicolás de la ciudad de Úbeda. Esto lo cuenta magistralmente nuestro querido Joaquín Mercado en un artículo titulado “Hablando de Tradiciones” en el programa de fiestas de 1960 dice:
“…el mayordomo de Fabrica de Santa María, allá por 1673, cita entre los objetos propiedad de la Virgen del Collado. Una cadena de oro con cuarenta y ocho manillas y cuarenta y ocho eslabones, con dos diamantes cada eslabón, con dos cadenitas de oro por remates, con sus engarces cada una y una manilla.”
Pues bien, “en el año 1841” se produce el hurto de un trozo de la dicha cadena, que después de diferentes avatares vuelve a la cofradía tras ser devuelto en secreto de confesión a mencionado sacerdote. Y relata en ese mismo artículo como al año siguiente, 1842, la cofradía toma la decisión de que se “establezca una guardia permanente de dos hermanos” en la ermita, como servicio extraordinario. “Uno que guarde las llaves del Camarín sin permitir bajo ningún pretexto que persona alguna entre por la puerta y clame además, que no lo haga, por la parte del altar.”
En segundo lugar, la relación de nuestra cofradía con el Santísimo Sacramento es tan inmemorial como su fundación y era costumbre hacer guardia con cirios encendidos, al monumento, toda la noche de Jueves Santo. Para esta vela, el cabildo nombraba a hermanos que en pareja hacían turnos de dos horas. Recuerdo como, el ayuntamiento de la villa, también solía hacer esta guardia, tradición que llego hasta mis días como concejal, y que después del mandato como alcalde, de Ramón Padilla, desapareció.
Pero vayamos por partes. En cabildo de 1603, (foto 1) celebrado el día 18 de mayo se dice lo siguiente:
“En la villa de Santisteban del Puerto a 18 días del mes de mayo de mil y seiscientos tres años, se juntaron en cabildo; Benito de Segovia y Francisco Ruiz, alcaldes (de la cofradía) y Simón de Avilés y Pedro González de Albacete diputados (de la cofradía) para proveer lo necesario sobre esta santa cofradía y así juntos ordenaron lo siguiente:
Primeramente dijeron, que por cuanto, por acuerdo de esta cofradía en su cabildo, nombraron cofrades que asistiesen a acompañar al Santísimo Sacramento desde el día de Jueves Santo pasado que se encerró hasta el Viernes Santo presente alumbrado … so pena de la ordenanza que sobre ello trata y de los que fueron nombrados y notificados por mi, escribano faltaron de asistir; Gonzalo Ruiz , Diego Muñoz, Juan Higueras , Gregorio Higueras y así mismo de los cuales fueron nombrados, para que la noche pasada, víspera de Pascua presente, asistiesen en Santa María del Ejido a velar y acompañar la imagen como es costumbre, faltó Juan de Moya, a todos lo cuales condenaron a cada uno en un real en que moderaron la pena de la ordenanza y mandaron al muñidor de esta cofradía les vaya a ejecutar prendas por ello…”
Por tanto, queda claro, con este documento, fácil de leer, gracias a la pericia del escribano, Juan de Monsalve, que dio fe del acuerdo. Que las guardias a la Virgen del Collado en la ermita se hacen desde siempre y no por desafortunados incidentes y que, la decisión tomada en 1842, fue solo de extremar, por así decirlo, “las medidas de seguridad”.
Por otra parte también se demuestra que el Santísimo Sacramento lo custodiaban nuestros hermanos cofrades de antaño. La relación con su cofradía fue muy estrecha y así cuando, dona un palio en 1632 doña Mariana Carrillo de Toledo y Mendoza, Condesa de Santisteban (ref. en la Muy Ilustre Villa…, pág. 243), se especifica, que se pueda utilizar también por la cofradía del Santísimo, en las cuatro veces, que salía en procesión y en su fiesta principal, la del Corpus Christi. Esto último se ha hecho así, hasta hace pocos años, y es otra tradición que se ha perdido.
Por último la tercera costumbre perdida, son las formas de entrar a ser cofrade o hermano de la Virgen, que eran a saber:
Una, por merito propio, previo estudio de este por el cabildo.
Otra, por herencia, en línea de primogenitura. Los que se incorporaban de este modo, tenían derecho a pagar solo, la mitad de la cuota de entrada.
A en el acta de la reunión celebrada el 4 de mayo, también del año 1603, se dice de esta forma:
“…así juntos compareció Juana López hija de María González de la Cabeza y dijo que su madre pasaba de esta presente vida y de derecho le viene la cofradía de Nuestra Señora por ser la mayor de sus hermanos y dichos oficiales la recibieron por tal cofrade y se hizo cargo al mayordomo (de la cofradía) de cinco reales que es la mitad de la entrada”
Pero para terminar, hay que reflexionar sobre cosas que no han cambiado, una de ellas es, buscar quien lleve la cruz y el estandarte en las procesiones y que hoy, como antaño, es preocupación de la junta de gobierno. En las actas de los cabildos, se refleja como en la reunión siguiente a la elección de la nueva directiva, se nombraban diferentes cargos, entre ellos, el alférez del estandarte y el alférez de la cruz. Pues bien, esta elección que no se cambió con las nuevas ordenanzas de 1591 debió de dar problemas y en anteriormente referido cabildo de 1603 se recoge lo siguiente:
“Ítem. Dijeron que Sebastián Ruiz, mayordomo (el de la cofradía, no del cuadro), tenga cuidado de hacer llevar la cruz y el pendón de esta cofradía y que se lleven sus hachas encendidas para acompañar las dichas insignias para cuando se lleve la imagen de Nuestra Señora del Collado a el Ejido que es la víspera de Pascua de este mes de mayo y que vuelvan a traer la imagen cuando vuelva a su casa.
Y así lo proveyeron y mandaron y firmaron y rubricaron de sus rubricas acostumbradas”
Visto, lo visto, mucho queda aun por investigar, para dar a conocer mejor, nuestras tradiciones. Quiero invitar y animar a estudiosos y eruditos de nuestra tierra y de fuera de ella, que lo hagan. A los jóvenes les quiero decir que la aventura, no está, solo, en practicar deportes de riesgo o realizar viajes exóticos, que en la cultura en general y en los archivos, en particular, existen, hermosos tesoros secretos, cuyo descubrimiento puede ser igual de apasionante. Y que, lo que nos legaron nuestros mayores, no tengan duda, está muy cerca del futuro, y es plena parte del presente.
¡Total que son mil años en la noche de la historia!
Os deseo felices fiestas de Pascuamayo.
Mayo de 2014
Francisco Armijo Higueras
Vicesecretario de la Cofradía de la Santísima Virgen del Collado